La Malinche

El despertador de Ivonne sonó a las 2:20 aunque estaba en la habitación de junto el silencio de la madrugada me permitió escucharlo. No había podido dormir, me cambiaba de lado, me destapaba, me volvía a tapar, me daba frío en la nariz colocándome la sábana, pero después me sofocaba el aire caliente, total que el sueño y yo no nos pudimos poner de acuerdo, en ese momento recordé que ya me había sucedido lo mismo en otras ocasiones en que había hecho alta montaña, la altura me provocaba insomnio. Luis todavía dormía, me levante intentando no hacer ruido para que disfrutara de los 10 minutos que le quedaban de sueño.

A las 3:30 estábamos los tres ya listos, la noche anterior habíamos preparado la mochila con la ración de marcha, revisado las tres capas de ropa y el equipo. Antes de emprender la caminata rumbo a la vereda Luis y yo hicimos una pequeña oración pidiendo con humildad a Dios y a La Malinche que se nos permitiera llegar a la cumbre y descender de ella con bien. 

Aunque la noche era muy fría el camino era cuesta arriba y el calor generado en esos primeros 20 minutos nos hicieron prescindir de 2 de las 3 capas que traía. 

Nuestra condición de tierras bajas se hizo notar muy pronto, la altura nos enseñaba que en la montaña todo es con calma, los pasos pequeños y la respiración por la nariz, Ivonne y yo conversábamos mientras Luis se concretaba en avanzar. En algunos tramos en que la pendiente era mayor me limitaba a escuchar las conversaciones de nuestra guía. Cuando llevábamos 1:35 min del recorrido completamos la primera mitad, claro la más fácil, lo mejor estaba por venir. Todavía caminábamos entre los pinos con la luna de compañera que se dejaba ver entre sus copas. Salimos del bosque abrazados todavía por la noche. 

Tomamos pequeños descansos para comer, tomar un poco de agua y bajar el pulso, aunque en ocasiones sentíamos que la respiración se agitaba, la altura nos trató con benevolencia avanzando sin pausa, pero sin prisa. Nos pasó durante ese primer tramos dos grupos de jóvenes con mochilas muy pequeñas y con un paso muy firme, podíamos ver después sus linternas avanzando por el Arenal. Nosotros seguimos por el lomo cubierto de pequeños arbustos, buscando entre ellos algunos espacios para continuar, era un avanzar zigzagueante, parecíamos más bien una procesión silenciosa. 

Con los primeros rayos de luz nosotros íbamos paralelos al Arenal, empezamos a detenernos un poco más ya que la luz del día nos permitía maravillarnos con la grandeza del paisaje. Era una mañana despejada con solo unas nubes coronando al Pico de Orizaba, y entre las cuales se despertaba el sol. 

Al llegar a las rocas nos encontramos a nuestro lado derecho a La Mujer Dormida, la gran Iztatzihuatl con una frazada blanca que cubría su vientre y pecho, su lado su compañero de mal carácter el señor Popocatépetl quien nos mostró porque nadie debe ascender a él con una triple explosión que esparció sus cenizas por la ciudad. 

Justo a las 4:30 horas de haber iniciado nuestro recorrido llegamos a la cima, el cielo de un azul claro intenso y un sol todavía clemente. Los abrazos y la felicidad de estar en ese lugar se compartieron, es una de esas sensaciones de logro y tranquilidad de estar en una cumbre y ahora que ésta fuera La Malinche se intensificó. 

Completamos la primera parte de nuestro recorrido satisfech@s de nuestro desempeño, ahora era tiempo de descender. 

Yo tengo una rodilla lastimada por un padecimiento congénito así que el regreso siempre es más difícil, pero entre Ivonne y Luis lo hicieron fácil teniendo paciencia con mi paso además lo hicieron divertido con bromas o selfis chistosas,  bajamos ahora por el Arenal que era un poco como esquiar acortando el tiempo de descenso y el impacto a mi rodilla.

Cuando llegamos a la cumbre nuestra guía nos había dicho que nos tomáramos fotos rápido porque había mucha gente, a mí me pareció algo extraño ya que solo nos topamos con cuatro chavos bajando y coincidimos con cinco en la cumbre, pero al ir bajando cada vez más entendí a lo que ella se refería, una gran cantidad de personas en grupos grandes, pequeños, solas o de parejas, familias con niños, jóvenes, adultos y algún abuelito. La Malinche tiene un recorrido de bosque y planicie muy bello por lo que es un lugar muy visitado. 
Bajamos en 3:30 minutos felices de completar una meta más con esfuerzo, trabajo, alegría y sobre todo con bien. 
Si hiciste la tarea de entrenar el regreso es divertido y mucho más fácil, te permite compartir experiencias, anécdotas y hasta bromas, ya que no se utilizó toda la energía en el ascenso. 

Ivonne además de ser una excelente profesional como guía es una persona íntegra, con un alto sentido de responsabilidad y compromiso, con un hermoso toque de humildad y amabilidad, Luis y yo pensamos en ella para nuestro próximo reto, ya que la Mujer Dormida espera por nosotros.

Algunas recomendaciones que a nosotros nos sirvieron para disfrutar del camino: 

  • Entrenar bien para disfrutar más. Es la voluntad y la constancia lo que permite completar una meta, si entrenas bien para cualquier meta física o personal es muy probable que tengas éxito, que llegues hasta donde quieres ir, disfrutando el camino, de otro modo el precio que se paga durante el trayecto es muy alto y quizá no alcances el objetivo.
  • "Al que madruga Dios lo ayuda" el haber iniciado nuestro recorrido muy temprano nos permitió disfrutar del amanecer, tener la cima casi en exclusividad para nosotros y contar con un sol gentil que solo nos calentaba sin que fuera abrazador. 
  • El camino cuesta arriba tiene las mejores vistas. No es fácil, pero desde ahí el aire es más limpio y tienes una mejor perspectiva de dónde vienes y hacia donde vas. Las mejores cosas cuestan tiempo, esfuerzo, pero vale la pena que te falte un poco de aire para ver mejor.
  • Seguir las recomendaciones de la guía, su experiencia nos ayudó a tener un mejor desempeño. Confiar en la/el que sabe tener la humildad de reconocer el talento de los demás y permitir que ese talento se sume al tuyo para lograr cosas extraordinarias.
  • A menos que tu meta sea entrenar; date tiempo para disfrutar la ruta, tomar fotografías que te permitirán volver a vivir la aventura, respirar y admirar el paisaje, ser y estar en ese maravilloso lugar, agradecer lo que tienes para estar en ese preciso momento ahí. Date tiempo en tus actividades para disfrutar de ellas, en la montaña en muy pocos lugares hay señal y si le sumas que el esfuerzo físico te demanda de toda tu energía el revisar tu whatsapp deja de estar en la agenda, pero en las actividades diarias éste se hace más presente que cualquier otra cosa, alejándote del maravilloso momento de estar presente. La vida se ve mejor a través de tus ojos que de una pantalla de celular.

La Malinche es una gran aventura que te permite aprender de ella si estás dispuest@ a ser su pupil@, te deseo que busques lo que te apasiona, que le dediques tiempo y esfuerzo, no es fácil, pero vale la pena.

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Patricia Zambrano (LED '88)
Licenciada en Educación, con  Diplomado en Psicología Positiva, Neuropsicología y Desarrollo de Proyectos
Conferencista inspiradora y facilitadora en cursos de desarrollo humano, innovación, responsabilidad social.
Autora de Mirada de Luis con más de 1000 copias vendidas apasionada de las montañas, amante de los retos y adicta a la felicidad.

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