¿Qué siento cuando alguien me acompaña en la vida?

“Acompañar: estar ahí para el otro.”

Todos los seres humanos necesitamos contacto para sentirnos aceptados y amados. 

Me parece que acompañar y ser acompañado tiene que ver con la vida auténtica de las personas. No sólo necesito pertenecer a un grupo, relacionarme con los demás, sino que en muchas circunstancias necesito a alguien que esté ahí para mí, o en caso contrario, yo acompañar a alguien más, descalzos ambos porque nuestros corazones, con lo que traen dentro, son terreno sagrado. 

PERO, ¿QUÉ SIENTO CUANDO ALGUIEN ME ACOMPAÑA A MÍ?

  • Seguridad: Independientemente de cuál sea mi edad y mi posición en la vida, necesito sentirme a salvo, amparado y cobijado por alguien más.
  • Protección: Es como si estuviera arropado, sin amenazas constantes del exterior.
  • Confianza: En algún desafío de la vida, cuando el miedo se impone a mis deseos de participar con entusiasmo, la confianza del otro en mí me puede ayudar a avanzar.
  • Fortaleza: La otra persona me transmite su fuerza interior, me comparte su don y aumenta así mi energía.
  • Validación: Me cree. Reconoce que lo que me está sucediendo es algo muy importante para mí.
  • Apertura: El otro me hace ver posibilidades frente a lo que vivo, me abre las ventanas para que pueda respirar mejor.
  • Ubicación: Me lleva a aceptar poco a poco lo que me sucede, a poner los pies en la tierra y a ver cómo puedo vivir el hoy con mi realidad tal como es.
  • Impulso: Me invita a la acción preguntándome qué quiero hacer con lo que me pasa.
  • Sanación: El contacto físico, la caricia, el abrazo de la persona que me acompaña, así como su empatía, aceptación y escucha, me regalan un impulso vital capaz de ayudarme a sanar las heridas de mi corazón.
  • Esperanza: Me invita a ver que dentro de lo que estoy viviendo, hay cosas que puedo hacer para estar un poco mejor.
  • Valoración: El que me acompaña reconocer mi valor y dignidad de persona, independientemente de lo sucedido y me ayuda a elevar mi autoestima.
    Ese reconocimiento de que valgo es la base de muchas satisfacciones en mi vida.

Si alguien me quiere acompañar y me pregunta: ¿Puedo hacer algo por ti? ¿Quieres que me quede contigo? ¿Quieres que platiquemos de algo? puedo ser humilde y reconocer que necesito del otro para que esté ahí, incondicionalmente, para mí.

Cuando alguien me acompaña en mis alegrías o se atreve a tocar mis límites y heridas, con apertura y sin juicio, encuentro comunión y me siento pertenecer al género humano.




Por: Lic. Alicia S. de Lamadrid (LED '82)
Desarrollo Humano, Tanatología y Coaching
Email: aliciaslamadrid@gmail.com
Twitter: @aliciaslamadrid


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