¿Para qué ser felices?
Dr. José de Jesús García Vega
Director del Centro de Estudios sobre el Bienestar UDEM
Este
domingo 8 de Septiembre se publicó el Reporte Mundial de la Felicidad 2013
auspiciado por la ONU. Este es el segundo reporte de este tipo y se presenta de
una manera más completa en su contenido que el primero y con la ventaja de
realizar comparaciones a través del tiempo.
El Reporte
2013 sobre la felicidad mundial presenta una actualización del ranking
presentado en Abril de 2012. Nuevamente, los países nórdicos (Dinamarca,
Noruega, Suecia y Finlandia) aparecen dentro de los primeros diez en este
ranking. ¿Y México? Como siempre, aparecemos bien ubicados, en el lugar 16, por
encima de Estados Unidos (17), Reino Unido (22), Francia (25) y Alemania (26).
Este reporte viene a sumarse a la serie de iniciativas orientadas a reconocer la importancia de la medición y el monitoreo del bienestar subjetivo y del uso de estas mediciones en el diseño de las políticas públicas. Países como Gran Bretaña, Australia, Canadá y México, entre otros, ya cuentan con iniciativas oficiales para medir la felicidad y el bienestar subjetivo. Los siguientes pasos tienen que ver con el uso que se le de a esta información para poder guiar las políticas públicas y generar un mayor bienestar en la población. El argumento es muy simple: la felicidad no es trivial. Es una aspiración de todo ser humano y puede servir también como medida de progreso social. No es posible concebir que una sociedad progresa cuando sus ciudadanos son infelices. El progreso debe de traer bienestar, tanto objetivo como subjetivo, para todos los integrantes de una sociedad.
Después de
toda esta revolución generada alrededor del tema de la felicidad, tal vez mucha
gente se pregunte: ¿para qué nos sirve ser felices? El reporte presenta, en su
capítulo 4, una descripción de las muchas consecuencias positivas del
bienestar. Entre otros beneficios, se enumeran aquellos relacionados con la
salud y la longevidad como por ejemplo, el que la gente feliz vive más, tiene
un mejor sistema inmunológico y practica comportamientos más saludables.
Hay
beneficios relacionados con el ingreso y la productividad, como el que la gente
feliz es más productiva, más creativa, falta menos al trabajo y tiene un mejor
desempeño en la organización. Y también la felicidad trae beneficios personales
y sociales, tales como el que la gente feliz consume menos y ahorra más, tiene
un comportamiento más social, es más altruista y practica mejores relaciones
sociales. Y lo mejor es que todos estos hallazgos son respaldados por estudios
científicos publicados y accesibles para todos nosotros.
En estos
tiempos en los que nuestro país se encuentra en medio de una serie de
inconformidades sociales, quizá valga la pena preguntarse seriamente: ¿qué es
lo que contribuye a mi felicidad?
Tal vez si
en lo personal reflexionamos sobre este aspecto, podremos identificar lo que
realmente vale la pena y encontraremos una manera más sencilla de ser felices.
Tal vez si dejamos de consumir, de tratar de tener más y si dejamos de ver la
televisión, tal vez nuestra felicidad aumente y seamos mejores empleados,
mejores padres, mejores ciudadanos.
Se antoja
difícil, pero … se vale soñar, ¿o no?
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