Hay ausencias que duelen y siempre dolerán

 “Un solo ser les falta, y todo está despoblado.”
Alfonse de Lamartine 

Hay ausencias que nos han partido el corazón… Las palabras se quedan cortas… 

Después de atravesar juntos la experiencia de los límites, de reconocernos heridos y de abrazar el dolor por la pérdida de un ser querido, necesitamos obtener apoyo y estímulo externos. Sostenernos mutuamente, mirar la realidad de frente con aceptación amorosa y ponerlo todo con confianza en el corazón de Dios. Aceptar las atenciones solícitas o los gestos virtuales de otras personas que desean acompañarnos porque respetan nuestros sentimientos y demuestran una genuina preocupación por nuestro bienestar.

¿Podemos las personas borrar de nuestro corazón el dolor de una pérdida? Tal vez no borrarlo, pero sí integrarlo. No podemos negar el desgarramiento que sentimos en nuestro interior, es tiempo de vivirlo. Pero después, hay que hacer un nuevo acomodo del mundo.

La muerte da paso a la vida, es una puerta a otra manera de estar, en el tiempo, en la eternidad. Los que nos quedamos necesitamos honrar a los que ya han pasado y aprender a vivir con la plenitud a la que hemos sido llamados. Necesitamos dejarnos sanar por dentro, a nuestro tiempo y nuestro ritmo.

Poner la vida de nuestros difuntos con confianza en las manos de Dios nos ayudará sobremanera y vislumbrar ese encuentro amoroso colmado de ternura, nos lleva a encontrar paz.

Cada duelo es único e irrepetible y el dolor no lo podemos medir ni comparar. Hay que confiar en nuestro recorrido personal. 

Aquí, nosotros seguimos con la vida. Despertamos tal vez a un amanecer vacío, por un lado, pero con una nueva invitación a la vida, por el otro. Porque nuestro ser querido tocó nuestra existencia hoy podemos decir que nuestro corazón se agrandó y al llenarnos de su amor, podemos continuar nuestro camino en la esperanza.

Brindemos por los que ya no están con nosotros. Por este camino de la vida que tiene sus subidas y bajadas. Por los que nos hacen falta y dejaron su ausencia escrita en nuestros recuerdos. Por el amor que nos dejaron y que hoy podemos compartir con los demás. Por nuestros difuntos que se convierten en acompañantes entrañables. Por ese diálogo con nuestros muertos a quienes les debemos continuación. Y por nosotros, que sobreviviremos esta difícil pérdida. 

De mi libro nuevo Todo es Parte del Camino: Tiempos de Pandemia (Edición en español).

Por: Lic. Alicia S. de Lamadrid (LED '82)

Desarrollo Humano, Tanatología y Coaching
Email: aliciaslamadrid@gmail.com
Twitter: @aliciaslamadrid


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