Extraordinarios Profesores: Luis Espinosa
Hace treinta y un años, Luis Eugenio Espinosa González inició su trabajo como maestro en la
preparatoria Gonzalitos de la UDEM. Siendo exalumno de esa secundaria y habiendo decidido tomar
un tiempo de sus estudios, consideró una
buena oportunidad para compartir algo de lo que había aprendido.
“Sobra decir que no regresé a mis estudios de teología en la ciudad de México”, comenta Luis, “las clases se volvieron parte de mí, de mi proyecto de vida. Sería nueve años después cuando gracias a la motivación de mis directivos, retomé el camino del estudio, ahora en el extranjero para concluir una maestría y un doctorado".
Sus años como profesor de preparatoria fueron una experiencia formativa única que lo marcaron como docente, amigo y responsable de seres humanos, para posteriormente integrarse al departamento de
Humanidades en el que ha crecido académicamente hasta el día de hoy.
Su motivación para enseñar viene de muy temprana edad: “Una
de mis pocas memorias de infancia es como mi madre se sorprendió cuando al
llegar a la primaria y ser cuestionado de qué quería hacer, respondí sin mucho
pensar, dar clases. No vengo de una familia de maestros; no tengo idea de cómo
llegué a la conclusión de que era algo que deseaba hacer. De lo que estoy
convencido es que ha sido tan gratificante que me ha permitido dejar pasar
otras oportunidades laborales”.
Enamorado de su vocación, en cada salón de clases encuentra un rostro sorprendido, un estudiante que cuestiona
y propone, un ser humano que madura, siendo así los mismos alumnos quienes lo motivan a seguir
leyendo, buscando ejemplos mejores, a aprender algo de un mundo que se
modifica y que no deja de ser el mismo planeta.
“Ver a mis exalumnos saliendo adelante; verlos como padres de familia que nos confían de nuevo a sus hijos; sentir que todavía
algunos piensan que las ideas de este viejillo son interesantes y dignas de consideración, me mantiene convencido de que traigo en mis manos y corazón algo, aunque
sería mejor decir a Alguien, que vale la pena", nos comparte Luis sobre la satisfacción que le da la docencia.
El maestro Espinosa considera que las clases han cambiado mucho en treinta
años. En términos metodológicos menos cátedras y más participación de
los alumnos, lo han llevado a utilizar la auto-crítica para llegar a los momentos
en que ni los ejemplos ni las formas alcanzan el propósito. Esto lo ha llevado a descubrir que en ocasiones los alumnos pueden llegar a manejar los temas mejor que el profesor.
“Tal vez lo más difícil ha sido reconocer que ya no tengo la
energía para ilusionarme con ganarlos a todos y que debo tener la madurez de
reconocer que algunos no están en pleito conmigo, simplemente no están en el
lugar que quieren estar. Es muy duro renunciar a una vocación un tanto
paternalista, el salvador que traía la luz, para reconocerse un adulto tratando
de educar a adultos, o quisiera despertar en ellos esa verdad”, continúa Luis.
Lo que más llena de orgullo a Luis como maestro, es ver como
la UDEM sigue luchando por vivir sus principios; son esos principios, es ese
ser humano, es la convicción de que el servicio a los demás realiza a las
personas.
“Quisiera tener el tiempo del mundo para escucharlos y saber cómo va
su viaje por la vida; cuáles han sido las lecciones mejores; si han descubierto
el abrazo del Dios cuyo nombre es Vida. Tengo una insaciable curiosidad por
saber si han encontrado su paso, sus metas, su viaje hacia la felicidad”, concluye el maestro Espinosa.
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