Las ventajas de sentirse víctima
"La personalidad de la víctima radica
únicamente en una serie de reacciones
a las circunstancias o problemas y estas
reacciones se pueden cambiar."
Por más contradictorio que suene, tiene
ventajas enormes ser una víctima. Una víctima necesariamente adquiere cierto
tipo de poder y una serie de ganancias secundarias.
Cuando me siento víctima lo utilizo como perspectiva
para percibir e interactuar con el mundo. No es lo que me pasa, sino lo que
hago con lo que me pasa y a veces, ni siquiera eso, porque me invento cosas.
Este proceso de ser víctima funciona en diferentes
planos:
- Cuando me aferro a una desgracia, a una carencia o a una imposibilidad.
- Cuando mi "problema" lo hago lo central en mi vida y todo gira alrededor de eso.
- Cuando niego cualquier posibilidad de un mayor esfuerzo, un mejor diagnóstico o una mejor acción.
- Cuando me tiene atado un pasado impotente, infértil y de autodestrucción.
Entre las ventajas de ser una víctima están:
1.- Evita responsabilidades.
Una víctima se siente que no puede ser
obligada a cumplir con sus compromisos: "¿no ven cómo estoy?".
2.- Le brinda una ocupación.
Una víctima se centra en su desgracia, se
ocupa de su malestar de tiempo completo y evade la duda existencial y el reto
de estructurar el tiempo.
3.- Le provee de un vehículo de intimidad y contacto social.
Ante la desgracia, la gente tiene temas de qué
hablar, facilita la intimidad y provee a su vez la materia prima para que su
grupo de amistades hablen de él o ella; mejor criticado que ignorado, piensa.
4.- Atrae a personas que juegan roles complementarios.
Como perseguidor o rescatador y eso no ayuda.
La víctima, pobrecita, está a la merced de un persecutor sádico que sistemáticamente la hostiga y la humilla. Eventualmente aparece el rescatador, que salva, cuando menos temporalmente, a la víctima de la agresión.
La víctima, pobrecita, está a la merced de un persecutor sádico que sistemáticamente la hostiga y la humilla. Eventualmente aparece el rescatador, que salva, cuando menos temporalmente, a la víctima de la agresión.
Pero lo fascinante es que rara vez la víctima
termina por salvarse a sí misma, porque se aferra a su condición y tarde o
temprano regresa a ella.
5.- Manipula a quienes tiene cerca.
Una víctima se siente justificada para dictar
órdenes, acusar, demandar. Si no le hacen caso "se pone mal, muy
mal", y hace sentir mal a la gente.
6.- Ataca de manera pasivo-agresiva.
Una víctima desconcierta al más poderoso. A
ratos se comporta como si no le importara nada y en otros aparece “el monstro
encaprichado” que nos quiere comer.
Perpetuarse como víctima es típicamente un mecanismo
inconsciente y por lo mismo tiene tanta fuerza, porque la gente no reconoce que
se ha anidado en su posición de víctima.
Ser víctima tiene graves repercusiones: amarga
la existencia, la propia y la de los demás,
drena su energía, mina su desarrollo y entorpece sus relaciones, porque
llega a extremos de HARTAR a los demás. Cuando la persona se siente víctima se
encuentra en una posición de indefensión, desde la cual es difícil llevar a
cabo una sanación real.
Basta ya de victimizarse. Es hora de cambiar y
asumir la propia responsabilidad de la vida.
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