Tu historia, tu UDEM: Diego Montoya

Diego Ernesto Montoya Jiménez
(IMT ’11)
Matrícula 128494

Tu historia, tu UDEM 
Un momento que me marcó mucho y que recuerdo con orgullo sucedió en junio del 2006. Era el día anterior a la entrega de papelería y ceremonia de graduación para los estudiantes de Prepa UDEM generación 2003-2006. Nos citaron a que fuéramos al jardín principal del campus, en donde sería la ceremonia al día siguiente, para hacer el ensayo general, que cada quien supiera dónde sentarse, el protocolo y demás.

Al llegar al corredor del pensamiento habían unas hojas publicadas con los números de matrícula que indicaban la sección a la que cada quien pertenecía. Luego de estar buscando por varios minutos no encontré mi número de matrícula y había una nota que decía que pasáramos al módulo del CIAA que se había instalado en el jardín. Llegué con el personal del CIAA para que me explicaran por qué no aparecía en la lista a lo que la señorita responde con una facilidad perturbadora “Ah lo que pasa es que no te vas a graduar.” Yo me quedé impactado cuando me dijo eso un día antes de la ceremonia y al preguntarle el motivo me comentó: “es que te falta una materia cocurricular.” Yo le comenté que eso era imposible ya que yo llevé todas mis cocurriculares y que además de eso siempre estuve en el equipo de retiros, en la mesa directiva etc. Después de discutir por varios minutos y obtener el mismo resultado, yo estaba sumamente molesto y preocupado por lo que estaba sucediéndome en ese momento.

Fui a buscar a algunos de mis profesores titulares quienes tampoco pudieron resolver el asunto. Luego de estar intentando sin éxito, fui con Imelda quien se muestra muy sorprendida por la noticia y me dice “No te preocupes, yo lo arreglo. Espérame aquí.” Me quedé junto al escenario principal mientras veía que ella iba y venía. Al mismo tiempo estaba cerca de mí un compañero de prepa, José Alfredo Puente, quien fue elegido como orador del discurso de los graduandos. Él estaba practicando su discurso frente a la coordinadora de la logística del evento.
Sin prestar demasiada atención noté que esta coordinadora tenía una tabla con una hoja en la que venían varios nombres en letra muy grande; lo suficientemente legible para verla desde algunos metros. Lo extraño fue que vi mi nombre en esa lista. Antes de poder ir a preguntarle por qué aparecía mi nombre en la lista y, después de lo que parecieron los minutos más largos de mi vida se acerca Imelda conmigo para decirme que ya todo había quedado resuelto y que todo había sido un error. Escuchar a Imelda me tranquilizó demasiado; me iba a graduar al día siguiente.

Luego de agradecerle a Imelda todo el apoyo que me había dado, me acerco a la coordinadora y le dije “disculpa, vi que mi nombre aparece en esa lista y quisiera saber de qué es”. A lo que me respondió: “Ah ¿esto?, es la lista de los alumnos que se ganaron la beca premio ‘espíritu de servicio’. ¿No te avisaron?” En unos cuantos minutos pasé de un malestar total a una euforia que no terminaba de entender. Le dije que no estaba enterado a lo que me contestó con una risa de como quien cuenta el final de una película o arruina inocentemente una sorpresa “pues muchas felicidades, mira lo que tienes que hacer es pararte aquí luego de que bajes con tu constancia… te vamos a dar un pin especial… luego vuelves a subir…” y me explicó toda la logística.

Ese mismo día me llamó Elda Bertha para darme la noticia de manera oficial. Tenía una beca del 50% para mi carrera. Mi alegría era total y no les dije a mis padres para darles la sorpresa al día siguiente. Cuando me les perdí luego de recibir mi constancia, subí de nuevo al escenario, recibí mi beca, volteé hacia donde estaban ellos y levanté con mucho orgullo ese trofeo completamente inesperado que había recibido. Una pequeña muestra de agradecimiento que les pude regresar.

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