Miedo a fracasar

Jesús Amaya Guerra
(LED '79 / MDO '87)
Publicado en El Norte

Una de las cosas que más me han llamado la atención de esta generación millenial (nacidos entre 1985 y 2005) y la generación Z (nacidos desde 2006 hasta la actualidad) es su gran temor al fracaso.

Estos niños y adolescentes del siglo 21 hacen todo lo posible por no enfrentar experiencias negativas y a menudo abandonan el equipo o el deporte, copian en los exámenes, mienten en sus resultados, no ponen su máximo esfuerzo en sus tareas y responsabilidades, estudian carreras profesionales no por su vocación sino por su facilidad, inventan mil excusas o se hacen víctimas para no enfrentar sus malas decisiones.

Esta semana entregué trabajos calificados a mis alumnos universitarios y un equipo me envió un correo electrónico pidiéndome otra oportunidad para rehacer el proyecto porque obtuvieron una mala calificación: "En semana santa unas no estaban en Monterrey y las demás no teníamos señal como para habernos enterado durante y empezarlo".

¿Cómo que no estaban enteradas del trabajo si se les dio un mes para realizarlo? ¿Cómo en un equipo de cinco estudiantes, ninguna de ellas se puso las pilas y exigió trabajar juntas para hacerlo? ¿Cómo que "unas no estaban en Monterrey"? ¿No existen los celulares, redes sociales, correos electrónicos, WhatsApp o Skype para comunicarse y hacer la tarea? Definitivamente estamos en la era de la comunicación, pero totalmente desconectados.

De acuerdo con un estudio realizado por Aikaterini Michou, de la Universidad de Bilkent en Turquía, este miedo al fracaso es un mal global de los estudiantes del siglo 21.

Afirman que el miedo al fracaso afecta su motivación y muestran una actitud pesimista para aprender. Cuidan enormemente no lastimar su ego (autoestima) y los lleva a inventar mil excusas engañándose a ellos mismos, sus maestros y padres.

En nuestro libro Inteligencia de la frustración: "Hay que traumarlos tantito" tratamos de concientizar a la sociedad de que inflar el ego es muy peligroso entre nuestros hijos.

A nadie nos gusta fracasar, pero hay una gran diferencia entre evitarlo a tener un miedo intenso. Tal Ben-Shahar, israelí experto en felicidad, afirma que al no experimentar emociones dolorosas, limitaremos nuestra capacidad para ser felices. El fracaso es una parte inseparable de nuestras vidas y una parte esencial para el éxito y felicidad.

El jueves pasado, platicando con ocho de mis alumnos que habían cambiado al menos una vez de carrera, les pregunté por qué estaban estudiando esta profesión y todos ellos respondieron: "Maestro, no me gusta lo que estudio, pero al menos no repruebo aquí".

Me impactaron sus respuestas. Estudian una disciplina para evitar el fracaso y no seguir su pasión.

Observo un gran miedo ante las adversidades que no les permite experimentar nuevos aprendizajes. Dejan sus responsabilidades para el último minuto y tienen pánico de empezar un proyecto por temor del resultado.

Debemos aprender a fracasar; si fracasamos también aprendemos. El gran error que puede hacer el hombre es tener miedo de cometer uno.

familia21@elnorte.com

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